jueves, 28 de agosto de 2008

III

Arriesgarse es enfrentarse a decibelios de envidia. Sufrir de sordera ante el qué dirán. Pero es que es comprensible que genere envidias alguien que decide atenerse a las consecuencias de vivir la vida de uno, y no la de los demás.
A cada instante, una gran parte del mundo está a punto de casi todo. Él a punto de llamarla, ella a punto de cogerlo, el otro pensando si debería, aquella decidiendo si lo hace o no. Malos a punto de ser buenos, buenos a punto de hacerlo peor. Oportunidades a punto de crisis, trabajos a punto de paro, relaciones a punto de caramelo, infidelidades a punto de perder su fe. Todos paralizados por no plantearse qué es lo peor que les puede pasar, qué es lo mejor que les puede dejar de pasar.

Hoy rompo todas mis lanzas por aquellos que se arriesgan.
Y caen.
Aunque sea en la cuenta.

[y FIN :)]

1 comentarios:

Anónimo dijo...

paso de leerlo todo despues d 2 veces que me aburro ya asleep